NOVENA AL ESPÍRITU SANTO, día cuarto


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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


VEN CREADOR ESPÍRITU
De los tuyos la mente a visitar
a encender en tu amor los corazones,
que de la nada te gustó crear.

Tú que eres gran Consolador
y don altísimo de Dios
Fuente viva, y Amor, y Fuego Ardiente y Espiritual unción.

Tú, tan generoso en dádivas,
Tú, poder de la diestra paternal:
Tú, promesa magnífica del Padre que el torpe labio vienes a soltar.

Con tu luz ilumina los sentidos, los afectos inflama con tu amor,
con tu fuerza invencible fortifica la corpórea flaqueza y corrupción.

Lejos expulsa al pérfido enemigo, danos pronto tu paz, siendo tú nuestro guía, toda culpa logremos evitar.

Dénos tu influjo conocer al Padre, dénos, también al Hijo conocer, y en Tí, del Uno y Otro, Santo Espíritu, para siempre creer.

A Dios Padre, alabanza, honor y gloria, con el Hijo que un día resucitó,
y a Tí, abogado y consuelo del cristiano, por los siglos se rinda de admiración. Amén.

Envía Señor tu espíritu: y serán creadas y renovadas todas las cosas.

OREMOS:
Oh Dios que con la luz del Espíritu Santo iluminaste los corazones de tus fieles. Concédenos este mismo espíritu para obrar con prudencia y santidad y gozar siempre de sus divinos consuelos. Te lo suplicamos en el nombre de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

EL ESPÍRITU SANTO OS IRÁ RECORDANDO TODO LO QUE YO OS HE DICHO. (S. Juan 14,26)

Una verdad maravillosa proclama Jesús con esta frase suya tan famosa. Nosotros tenemos obligación de pensar y meditar en la vida, pero siempre y en toda ocasión la fórmula infalible para no equivocarnos es esta: Lo que estoy diciendo, pensando o haciendo, estará de acuerdo con lo que ha enseñado Jesucristo? El Padre Miguel Rúa, elevado hace poco al honor de los altares, tuvo que reemplazar a San Juan Bosco en el gobierno de una de las Comunidades religiosas más importantes del mundo. Cuando al P. Rúa se le presentaba un problema difícil, se colocaba frente al retrato del santo fundador y pensaba: "Qué opinaría Don Bosco de este caso"? Algo semejante tenemos que hacer nosotros en muchas circunstancias: detenernos un poco y meditar: "Qué opinaría Cristo a este respecto"? Y para ello es necesario que el Espíritu Santo nos recuerde siempre lo que Jesús nos ha dicho.
Lo que el Divino Espíritu nos va a hacer descubrir no es solo la verdad. Esa ya la enseñó Jesucristo. Lo que nos va enseñar a descubrir es el significado de esas verdades que enseñó el Redentor. Podemos pasar la vista años por sobre una frase de Jesús y no lograr comprender lo que significa. Pero si nos llega una ligera luz del Espíritu Paráclito, encontraremos tesoros increíbles en esas sencillas palabras.
El Espíritu Santo nos protege contra uno de los peores peligros en la vida espiritual que es el olvidar las enseñanzas de Jesús.
Hay un gran bien en que el Divino Paráclito nos recuerde lo que Jesús ha dicho, y es el siguiente: cuando sentimos la inclinación a obrar lo malo, cuando estamos a punto de llevarlo a cabo, si se presenta a nuestra mente una frase de Cristo podremos detenernos y dejar de dar el paso fatal hacia la perdición. (Por eso los antiguos abrían de vez en cuando el Evangelio al azar, donde saliera, y muchas veces encontraban allí la frase que estaban necesitando en ese momento). En los momentos de prueba y de depresión, el que el Espíritu Santo nos recuerde una frase de la Sagrada Escritura, nos puede ser de mayor remedio y animación que si nos hubiéramos tomado un frasco de pastillas contra el nerviosismo. Veamos unos ejemplos. Esta frase de Jesús "Buscad primero el Reino de Dios y su santidad, y todo lo demás se os dará por añadidura" fue la palanca que empujó a San Antonio Claret, al Santo Cura de Ars, a San Benito Cottolengo, a Santa Teresa, a San Ignacio y a millones de santos más a emprender inmensas obras apostólicas con medios humanamente risibles y despreciables. Hace poco un deprimido visitaba la oficina del famoso psiquiatra doctor Blanton. Mientras el gran sabio se preparaba a recetarlo, el paciente leyó sobre una mesa del psiquiatra estas frases de la S. Biblia: "Si Dios está con nosotros, quién podrá contra nosotros? Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". Y con una sonrisa llena de entusiasmo exclamó: "Doctor: aquí está el remedio que necesitaba. Por ahora no necesito calmantes. Estas frases eran las que mi espíritu estaba deseando". Y volvió a su casa pleno de paz y alegría. Allí en esos letreros del escritorio lo estaba esperando el Espíritu Santo para recordarle lo que el Señor ha dicho en sus escrituras. Qué gran favor nos hace con esto el Paráclito. ¡En verdad se merece bien ese nombre que significa: Consolador, Animador, Abogado' y Defensor!
En los momentos de prueba el Espíritu Santo quiere presentar a nuestro espíritu aquello que jamás deberíamos haber olvidado: Las enseñanzas de Jesús.

PRACTICA: Leeré una página del S. Evangelio, pidiendo al Espíritu Santo que me ilumine su significado.

EJEMPLO:

LO QUE SUCEDIÓ A UN MÁRTIR DEL SIGLO VEINTE

El más popular mártir mejicano de este siglo fue el Padre Pro, asesinado por los enemigos de la fe. Este santo sacerdote confiaba mucho en el Espíritu Santo, y conseguía con su fe resultados maravillosos en las personas a las que hablaba. Poco antes de ser fusilado por los comunistas, explicando sus grandes éxitos como predicador y catequista decía: "Por mis pocas cualidades y mis pocos estudios, yo en mi predicación y en mis clases de catecismo debía decir "negro" y dije "blanco". Por qué? Siempre me resultaban mis charlas religiosas mejor de lo que podrían resultar por mis solas cualidades y preparación. Por qué? Es que el Espíritu Santo se encargaba de colocar en mis labios las palabras que iban a conmover las almas. Porque el Divino Paráclito es el que convierte pecadores, y cuando uno coloca toda su confianza en El, los resultados son sencillamente asombrosos".

ORACIÓN FINAL

Ven, Espíritu Divino, manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre, don, en tus dones espléndido;
luz que iluminas las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso en nuestros esfuerzos,
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas, y reconforta en los duelos.
Llega hasta el fondo del alma divina Luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del alma si tú le faltas por dentro.
Mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía sana el corazón enfermo,
lava las manchas. Infunde calor, de vida en mi hielo.
Doma al Espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su éxito.
Salva al que gusta salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.

Según la intención del Sumo Pontífice: Padrenuestro. Avemaria y Gloria.

Por la conversión de los pecadores: Dios te salve Reina y Madre.

Oh Espíritu Santo: Amor del Padre y del Hijo:
Inspíranos siempre lo que debemos hacer y lo que debamos evitar.
Lo que debemos decir y lo que debemos pensar,
para procurar tu gloria y el bien de las almas. Amén

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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