Honra a tu padre y a tu madre, Dt 5, 16 - Mc 7,10

AMEMOS A NUESTROS PADRES

Los números de referencia son del CATECISMO de la IGLESIA.

Hermanitos después de Dios están nuestros padres. El observar este mandato nos trae bendición y el no observarlo nos trae maldición.

·          Dios nos llama a amar al prójimo como a  nosotros mismos y este mandato, primero, es para quienes nos han dado la vida: nuestros padres.
·          Tengamos mucho cuidado de no faltarles al respeto o de despreciarlos.
·          No les causemos disgusto ni tristeza, por ningún motivo
·          Debemos prestarle ayuda material y moral en su vejez
·          No dejarlos solos en su enfermedad, abatimiento o tristeza, soledad. Debemos estar atentos a darles consuelo y brindar todo apoyo necesario.

2197 Dios quiso que, después de Él, honrásemos a nuestros padres, a los que debemos la vida y que nos han transmitido el conocimiento de Dios.

2214 La paternidad divina es la fuente de la paternidad humana (Ef 3, 14-15 "Por eso doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra); es el fundamento del honor debido a los padres.

2200 “El cumplimiento del cuarto mandamiento lleva consigo su recompensa: “Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar” (Ex 20, 12; Dt 5, 16). La observancia de este mandamiento procura, con los frutos espirituales, frutos temporales de paz y de prosperidad. Y al contrario, la no observancia de este mandamiento entraña grandes daños para las comunidades y las personas humanas.

2215 “El respeto a los padres (piedad filial) está hecho de gratitud para quienes, mediante el don de la vida, su amor y su trabajo, han traído sus hijos al mundo y les han ayudado a crecer en estatura, en sabiduría y en gracia. “Con todo tu corazón honra a tu padre, y no
olvides los dolores de tu madre. Recuerda que por ellos has nacido, ¿cómo les pagarás lo que contigo han hecho?” (Si 7, 27-28).

2216 “El respeto filial se expresa en la docilidad y la obediencia verdaderas. “Guarda, hijo mío, el mandato de tu padre y no desprecies la lección de tu madre... en tus pasos ellos serán tu guía; cuando te acuestes, velarán por ti; conversarán contigo al despertar” (Pr 6, 20-22). “El hijo sabio ama la instrucción, el arrogante no escucha la reprensión” (Pr 13, 1).

Escucha, hijo mío, la instrucción de tu padre y no desprecies la lección de tu madre: corona graciosa son para tu cabeza y un collar para tu cuello. (Prov. 1, 8-9)

“Hijos, obedeced en todo a vuestros padres, porque esto es grato a Dios en el Señor” (Col 3, 20; Cf. Ef 6, 1).

Llamó, pues, Tobit a su hijo, que se presentó ante él. Tobit le dijo: «Cuando yo muera, me darás una digna sepultura; honra a tu madre y no le des un disgusto en todos los días de su vida; haz lo que le agrade y no le causes tristeza por ningún motivo. Acuérdate, hijo, de que ella pasó muchos trabajos por ti cuando te llevaba en su seno. Y cuando ella muera, sepúltata junto a mí, en el mismo sepulcro.  (Tobias 4, 3-4)


Cuando se hacen mayores, los hijos deben seguir respetando a sus padres. Deben prevenir sus deseos, solicitar dócilmente sus consejos y aceptar sus amonestaciones justificadas. La obediencia a los padres cesa con la emancipación de los hijos, pero no el respeto que les es debido, el cual permanece para siempre. Este, en efecto, tiene su raíz en el temor de Dios, uno de los dones del Espíritu Santo.

2218 El cuarto mandamiento recuerda a los hijos mayores de edad sus responsabilidades para con los padres. En la medida en que ellos pueden, deben prestarles ayuda material y moral en los años de vejez y durante sus enfermedades, y en momentos de soledad o de abatimiento. Jesús recuerda este deber de gratitud (Cf. Mc 7, 10-12).

Siracida 3 deberes de los hijos hacia los padres

1 Hijos, escúchenme a mí, que soy su padre;  hagan lo que les digo, y así se salvarán.
2 Porque el Señor quiere que el padre sea respetado por sus hijos y confirmó el derecho de la madre sobre ellos.
3 El que honra a su padre expía sus pecados 4 y el que respeta a su madre es como quien acumula un tesoro.
5 El que honra a su padre encontrará alegría en sus hijos y cuando ore, será escuchado.
6 El que respeta a su padre tendrá larga vida y el que obedece al Señor da tranquilidad a su madre.
7 El que teme al Señor honra a su padre y sirve como a sus dueños a quienes le dieron la vida.
8 Honra a tu padre con obras y de palabra, para que su bendición descienda sobre ti,
9 porque la bendición de un padre afianza la casa de sus hijos, pero la maldición de una madre arranca sus cimientos.
10 No busques tu gloria a costa del deshonor de tu padre, porque su deshonor no es una gloria para ti:
11 la gloria de un hombre proviene del honor de su padre y una madre despreciada es un oprobio para los hijos.
12 Hijo mío, socorre a tu padre en su vejez y no le causes tristeza mientras viva.
13 Aunque pierda su lucidez, sé indulgente con él; no lo desprecies, tú que estás en pleno vigor.
14 La ayuda prestada a un padre no caerá en el olvido y te servirá de reparación por tus pecados.
15 Cuando estés en la aflicción, el Señor se acordará de ti, y se disolverán tus pecados como la escarcha con el calor.
16 El que abandona a su padre es como un blasfemo y el que irrita a su madre es maldecido por el Señor.