Asunción de la Virgen María a los cielos

Fiesta 15 de agosto
Dichosa eres, María, porque de ti vino la salvación del mundo; tú ahora vives ya en la gloria del Señor.
Eres bella y hermosa, Hija de Jerusalén; subes al cielo, resplandeciente como la aurora cuando amanece.
Asciende, Virgen Reina, y sube majestuosamente al espléndido palacio del Rey eterno.
  La Virgen María ha sido glorificada sobre los coros de los ángeles; que se alegren los fieles y bendigan todos al Señor.
El Señor ha glorificado tanto tu nombre, que tu alabanza no se apartará de la boca de los hombres.

La ASUNCIÓN A LOS CIELOS consiste en que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen, cumplido el curso de su vida terrena fue subida en cuerpo y alma a la gloria celestial. El Papa Pío XII definió este dogma de fe la Asunción de María al Cielo en cuerpo y alma el 1 de noviembre de 1950.

Los santos Padres y grandes doctores, en las homilías y disertaciones dirigidas al pueblo en la fiesta de la Asunción de la Madre de Dios, hablan de este hecho como de algo ya conocido y aceptado por los fieles. La augusta Madre de Dios, unida a Jesuristo de modo arcano, desde toda la eternidad, por un mismo y único decreto de predestinación, inmaculada en su concepción, virgen integérrima en su divina maternidad, asociada generosamente a la obra del divino Redentor, que obtuvo un pleno triunfo sobre el pecado y sus consecuencias, alcanzó finalmente, como suprema coronación de todos sus privilegios, el ser preservada inmune de la corrupción del sepulcro y, a imitación de su Hijo, vencida la muerte, ser llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial, para resplandecer allí como reina a la derecha de su Hijo, el rey inmortal de los siglos. (Papa Pío XII).
Vaya a este enlace y conozca lo que dicen los santos a este respecto.

La Asunción de María, verdad de fe, JPII, audiencia general, 2 JUL 1997
La Asunción de María en la tradición de la Iglesia, JPII, audiencia general, 9 JUL 1997

Himno: SÓLO LA NIÑA AQUELLA.

Sólo la Niña aquella, la Niña inmaculada,
la Madre que del hijo recibió su hermosura,
la Virgen que le dice a su Creador criatura,
sólo esa Niña bella al cielo fue elevada.

Los luceros formaron innumerables filas,
tapizaron las nubes el cielo en su grandeza;
y aquella Niña dulce de sin igual belleza
llenaba todo el cielo con sus claras pupilas.

Nuestro barro pequeño, de nostalgia extasiado,
ardientemente quiere subir un día cualquiera
al cielo, dónde el barro de nuestra Niña espera
purificar en gracia nuestro barro manchado. Amén.

ORACIÓN:
Dios todopoderoso y eterno, que has elevado en cuerpo y alma a los cielos a la inmaculada Virgen María, madre de tu Hijo, haz que nosotros, ya desde este mundo, tengamos todo nuestro ser totalmente orientado hacia el cielo, para que podamos llegar a participar de su misma gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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