Corazón de María

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El Inmaculado Corazón de María

La Santísima Virgen nos señala su corazón, a nosotros sus hijos. Este corazón arde en amor divino, que rodeado de rosas blancas, nos enseña que su pureza es perfecta y que atravesado por la espada nos invita a unirnos a abrazarnos a la cruz de Cristo Jesús.

San Juan Eudes:
Escribe las siguientes palabras que nacen de su corazón consagrado y enamorado, al escribir su libro EL CORAZÓN ADMIRABLE DE LA MADRE DE DIOS:

"A vuestro Corazón, que por un apretado vínculo de amor y de caridad, forma un único Corazón con el de Jesús, por lo que todo cuanto existe en cielos y tierra está sometido a su imperio;

A vuestro Corazón, libro de vida, libro vivo e inmortal, el primero de todos, en el que, de propia mano y con letras de oro, escribió el Espíritu Santo la vida admirable del Salvador del mundo; por cuyo motivo de él dependen y a él están sometidos todos los demás libros:

A vuestro Corazón, el más puro, el más hermoso, rico, noble, generoso, dichoso, sabio, poderoso, benigno, bondadoso, misericordioso, liberal, caritativo, amable, amoroso, el más amado, y el más 'excelente de todos los corazones, al que éstos deben, en consecuencia, atribuir y ofrecer los frutos de bondad que con la ayuda divina puedan producir,

A vuestro Corazón que, por ser Rey y Soberano de todos los corazones, es también con todo derecho, Rey y ¡Dueño absoluto de cuanto existe en el universo;

A vuestro Corazón, en fin, a quien, por divina misericordia, he entregado y consagrado desde mi niñez, mi corazón, mi cuerpo, mi alma, tiempo y eternidad, todo el haber y poseer de mi ser y de mi vida;

Recibid, pues, dignísimo Corazón de mi adorada Señora y queridísima Madre, la ofrenda que de este libro os hago, en honra de cuanto sois y en acción de gracias por los beneficios recibidos de Dios; por vuestra mediación. Dignaos darle vuestra bendición e infundidle vuestro espíritu y virtud, para que predique en el mundo entero vuestras admirables perfecciones, atraiga poderosamente y estimule con eficacia a los  corazones de sus lectores a amaros y honraros e imitar vuestras virtudes que tienen su trono y su reinado en vuestro interior.

Recibidle también, si os place, no sólo como un libro, sino como una bandeja en que os presento mi corazón junto con los corazones de mis Hermanos y Hermanas, suplicándoos humildemente que los ofrezcáis y depositéis irrevocablemente ante su Divina Majestad, y que ella destruya y reduzca a la nada cuanto en ellos le desagrade, que los desligue completamente del mundo y de las cosas de la tierra; les una inseparablemente con el lazo sagrado de una auténtica caridad; que se vean henchidos, animados y poseídos del mismo espíritu de que Vos estáis animada y poseída, que se digne unirlos con Vos a su adorable Corazón con una eterna e inseparable unión; que los transforme en ese mismo Corazón; y los haga dignos de ser hostias vivas, santas y agradables a Dios, abrasadas y consumidas en este horno de amor que arde en vuestro interior, siendo de este modo inmoladas con Vos a gloria del que es todo corazón y todo amor hacia nosotros.

Renuncio para siempre a todo cuanto os pueda desagradar; quiero ser íntegramente vuestro, y por Vos serlo de mi Criador y Dios, que deseo que todos mis movimientos no tengan otro objeto fuera del vuestro, que desprecio y odio tan sólo lo que Vos odiáis y despreciáis; que no quiero estimar ni amar nada fuera de lo que Vos estimáis y amáis; ni entristecerse, sino de lo que, a Vos os entristezca (contriste); ni alegrarse, sino de lo que os regocija, ni quiero tener otros sentimientos, inclinaciones e intenciones que las vuestras; y que pongo toda mi alegría y felicidad en lo que Vos la habéis puesto, es decir, en someterse siempre -y en todo a la adorabilísima voluntad de Dios, para que "nuestros corazones estén inseparablemente fijos allí donde únicamente se halla la verdadera alegría": en la perfecta sumisión y en el total abandono de nosotros mismos y de cuanto nos pertenece a la divina Voluntad. AMÉN."


San Juan Damasceno:

¡Oh María, hija de Joaquín y Ana, soy un pecador que se atreve a hablar de Vos y de vuestro Santísimo Corazón, la cosa más santa y admirable que en vos existe: pero un pecador que os ama, a pesar de todo, ardientemente; que os honra como a soberana, y os reconoce y venera como única causa -- después de Dios- de su alegría y de su dicha toda, como la Reina de su corazón, como la dueña y guía de su vida, y como firme esperanza de su eterna salvación.