NOVENA AL ESPÍRITU SANTO, día sexto


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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


VEN CREADOR ESPÍRITU
De los tuyos la mente a visitar
a encender en tu amor los corazones,
que de la nada te gustó crear.

Tú que eres gran Consolador
y don altísimo de Dios
Fuente viva, y Amor, y Fuego Ardiente y Espiritual unción.

Tú, tan generoso en dádivas,
Tú, poder de la diestra paternal:
Tú, promesa magnífica del Padre que el torpe labio vienes a soltar.

Con tu luz ilumina los sentidos, los afectos inflama con tu amor,
con tu fuerza invencible fortifica la corpórea flaqueza y corrupción.

Lejos expulsa al pérfido enemigo, danos pronto tu paz, siendo tú nuestro guía, toda culpa logremos evitar.

Dénos tu influjo conocer al Padre, dénos, también al Hijo conocer, y en Tí, del Uno y Otro, Santo Espíritu, para siempre creer.

A Dios Padre, alabanza, honor y gloria, con el Hijo que un día resucitó,
y a Tí, abogado y consuelo del cristiano, por los siglos se rinda de admiración. Amén.

Envía Señor tu espíritu: y serán creadas y renovadas todas las cosas.

OREMOS:
Oh Dios que con la luz del Espíritu Santo iluminaste los corazones de tus fieles. Concédenos este mismo espíritu para obrar con prudencia y santidad y gozar siempre de sus divinos consuelos. Te lo suplicamos en el nombre de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

VOSOTROS SÍ CONOCERÉIS AL ESPÍRITU SANTO PORQUE ESTÁ EN VOSOTROS. (San Juan 14,17)

El Espíritu Santo lo reciben los que lo esperan con oración y con ánimo dispuesto y silencio. El Divino Espíritu nunca tumba las puertas del corazón de nadie. O se le abre espontáneamente o se queda fuera. Espera hasta que lo recibamos con cariño filial. Hay que obrar como lo hicieron los primeros discípulos y como lo hacen tantos cristianos fervorosos en la actualidad: preocuparse por darle una calurosa bienvenida en el alma al Santo Paráclito. Y esto es lo que no hace el mundo, el cual se siente demasiado ocupado en las cosas materiales de esta tierra para dedicarle un rato a los mensajes celestiales y eternos. Que no tengamos que repetir nosotros los versos inmortales de Lope de Vega: Cuántas veces mi ángel me decía: "Alma, asómate ahora a la ventana, Verás con cuánto amor llamar porfía".
Y cuántas, hermosura soberana,
"Mañana le abriremos", respondía.
Para lo mismo responder mañana.
Cuando deseemos que se cumpla en nosotros la bella frase de Jesús: "Vosotros sí conoceréis al Espíritu Santo, porque está con vosotros", dediquemos una parte de nuestro ruidoso y apresurado tiempo para esperar su llegada a nuestra alma: empleemos este tiempo en la oración, en el silencio y en la lectura de las Sagradas Escrituras y de un momento a otro oiremos los pasos del Espíritu que llega, o simplemente haremos el descubrimiento que hizo el poeta cuando exclamó:
"Qué tengo yo, que mi amistad procuras,
Qué interés se te sigue, Dueño mío,
Que a mi puerta, cubierto de rocío,
Pasas las noches del invierno oscuras?

"Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo. (Apocalipsis 3,20).

PRACTICA: Tendré cada día algunos momentos de silencio para que el Divino Espíritu pueda hablar a mi alma.

EJEMPLO:

POR QUÉ ALGUNAS PERSONAS TIENEN TAN NOBLES SENTIMIENTOS?

Algunas personas sienten un gran gusto por dedicarse a toda ocupación que se refiere directamente a Dios. En vez de un Señor temible ven en Dios a un Padre Amable. Sienten en el corazón un deseo inmenso de agradarle. Todo les parece poco con tal de tener contento a Dios. Las propias faltas les causan desagrado y tristeza pero nunca les traen desesperación, sino que les llevan a pedir perdón al Señor con confianza, seguras de que se aplacará con nuestra buena voluntad, con nuestras oraciones y obras de caridad, y sobre todo con la intercesión de su Hijo a favor nuestro. Ante cualquier acontecimiento grave dicen: "Es mi Padre que lo permite. Acepto su Santa Voluntad''. Aman a todos los que Dios ama: A María, a los Santos, a las almas del purgatorio, a los sacerdotes, a los pecadores que necesitan conversión. Ven en los demás los reflejos de la bondad de Dios y por eso los aprecian y veneran. Tienen un total abandono en brazos de Dios: saben que siendo Dios nuestro Padre es imposible que nos suceda algo definitivamente malo. Sienten un deseo incontenible de abandonarse en los brazos de la Divina Providencia del Padre Celestial, porque aprendieron que es más excelente rendir culto a Dios como a Padre que como Dueño. Y de dónde les vienen tan grandes cualidades? Es que recibieron del Espíritu Santo el Don de Piedad. (Isabel de la Santísima Trinidad).

ORACIÓN FINAL

Ven, Espíritu Divino, manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre, don, en tus dones espléndido;
luz que iluminas las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso en nuestros esfuerzos,
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas, y reconforta en los duelos.
Llega hasta el fondo del alma divina Luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del alma si tú le faltas por dentro.
Mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía sana el corazón enfermo,
lava las manchas. Infunde calor, de vida en mi hielo.
Doma al Espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su éxito.
Salva al que gusta salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.

Según la intención del Sumo Pontífice: Padrenuestro. Avemaria y Gloria.

Por la conversión de los pecadores: Dios te salve Reina y Madre.

Oh Espíritu Santo: Amor del Padre y del Hijo:
Inspíranos siempre lo que debemos hacer y lo que debamos evitar.
Lo que debemos decir y lo que debemos pensar,
para procurar tu gloria y el bien de las almas. Amén

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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