NOVENA AL ESPÍRITU SANTO, día segundo


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En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


VEN CREADOR ESPÍRITU
De los tuyos la mente a visitar
a encender en tu amor los corazones,
que de la nada te gustó crear.

Tú que eres gran Consolador
y don altísimo de Dios
Fuente viva, y Amor, y Fuego Ardiente y Espiritual unción.

Tú, tan generoso en dádivas,
Tú, poder de la diestra paternal:
Tú, promesa magnífica del Padre que el torpe labio vienes a soltar.

Con tu luz ilumina los sentidos, los afectos inflama con tu amor,
con tu fuerza invencible fortifica la corpórea flaqueza y corrupción.

Lejos expulsa al pérfido enemigo, danos pronto tu paz, siendo tú nuestro guía, toda culpa logremos evitar.

Dénos tu influjo conocer al Padre, dénos, también al Hijo conocer, y en Tí, del Uno y Otro, Santo Espíritu, para siempre creer.

A Dios Padre, alabanza, honor y gloria, con el Hijo que un día resucitó,
y a Tí, abogado y consuelo del cristiano, por los siglos se rinda de admiración. Amén.

Envía Señor tu espíritu: y serán creadas y renovadas todas las cosas.

OREMOS:
Oh Dios que con la luz del Espíritu Santo iluminaste los corazones de tus fieles. Concédenos este mismo espíritu para obrar con prudencia y santidad y gozar siempre de sus divinos consuelos. Te lo suplicamos en el nombre de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

QUÉ CONDICIONES SE NECESITARAN PARA OBTENER LOS DONES Y GRACIAS DEL ESPÍRITU SANTO?

La Iglesia Católica en 20 siglos de experiencia ha descubierto unos medios muy eficaces para obtener la asistencia del Espíritu Santo en todos los momentos importantes de la vida y son:
a) LA ORACIÓN:
Jesús dijo: "El Padre Celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan". (S.Lucas 15,13)
Millones de personas en todos los tiempos han experimentado el prodigioso valor de la oración cuando necesitan una iluminación de lo alto o una fuerza para su voluntad, o una buena dosis de amor espiritual para su corazón desanimado, etc.
Aquí se cumple la promesa del Señor: "Todo el que pide recibe".

b) LECTURA DE LA S. BIBLIA:
Muchísimas veces el Espíritu Santo habla al alma por medio de la S. Biblia. Esta ha sido el medio ordi­nario que ha usado por siglos y siglos. Es casi imposible leer una página de la S. Biblia con fe y atención, y no recibir en el alma un importante mensaje del Espíritu Divino.
Por eso que el rato más benéfico del día, después del que se dedica a la oración, es el que dedicamos con paz y humildad a leer una página del Libro Sagrado. Dejar un día sin leer algo de la S. Biblia es dejar pasar esas 24 horas sin sintonizar lo que el Espíritu Santo nos quiere comunicar.
c) EVITAR EL PECADO Y TRATAR DE VIVIR EN GRACIA DE DIOS
San Pablo decía: "No contristéis al Espíritu Santo. No sabéis que sois templos del Espíritu Santo? Vais a profanar con el pecado el Templo del Gran Dios?
Cada vez que cometemos un pecado mortal echamos el Espíritu Divino de nuestra alma. Y cómo pretendemos que El obre maravillas en nosotros si le negamos hospedaje en nuestra alma?
Por eso el más grande enemigo de los dones del Espíritu Santo es el pecado mortal aceptado y no odiado.
Hay pecados inesperados, por sorpresa, por momentos de especial debilidad pero que luego se lloran, se odian, se confiesan, y se hace el propósito serio de no cometerlos más.
Estos no impiden por largo tiempo la intervención del Espíritu Santo. Pero esos pecados aceptados tranquilamente, que el alma no quiere expulsar, que no se odian, y cuya ocasión de cometerlos no se evita, esos sí ponen un obstáculo casi irremediable para que el Santo Espíritu de Dios pueda llegar al alma y santificarla.

PRACTICA
EL ESPÍRITU SANTO HABLA EN CADA UNA DE LAS PAGINAS EN LA S. BIBLIA. No dejemos pasar una sola semana de nuestra vida sin leer una página de la S. Biblia. Es el consejo más provechoso para llegar a la santidad.


EJEMPLO:

HE AQUÍ LA EXPERIENCIA DE UNO QUE LOGRÓ SUPERARSE:

"Durante mucho tiempo busqué el secreto de adquirir poder sobre el pecado. He sido acosado terriblemente por la tentación.
Hice todo lo que se me ocurriera pero todo fue en vano. Cada día se hacía más grande la lista de mis maldades. Pensaba que por haber andado 25 años con Dios ya no me sobrevendrían tentaciones insopor­tables; pero me llegaron. Tenía que repetir con el Apóstol: "Miserable de mí, quién me librará de este cuerpo de pecado?" (Rom. 7). Yo me imaginaba que sólo los cristianos principiantes se enfrentaban a una tentación dificilísima de dominar, y como no las había enfrentado, yo era todavía inmaduro en la fe. Me había olvidado que el enemigo del alma, si uno anda con Dios, hace todo lo posible por ponerle una zancadilla y derribarlo. Y qué salida encontrar? Mi terrible CÍRCULO VICIOSO era: Caer, agonizar de remordimiento, proponer que no caería más, volver a caer enseguida y... repetir una y otra vez el mismo proceso. Todos los días perdiendo batallas que debía ganar. Cada día, cada hora, me oprimía la conciencia del pecado. Pero alabo a Dios porque tiene un medio de liberación para que no vivamos esclavizados por las malas costumbres y por los impulsos de la naturaleza corrompida. LA SOLUCION LA DA CRISTO ENVIÁNDONOS EL ESPÍRITU SANTO. Yo lo he logrado experimentar por mí mismo, he descubierto que la victoria es una persona: el Espíritu Santo, enviado por Nuestro Señor Jesucristo. El es quien vino a destruir las obras de los enemigos de nuestra salvación. Toda nuestra victoria sobre el pecado depende de nuestra fe en la promesa de Jesús: "Cuando venga el Espíritu Santo, recibiréis poder". Yo di el primer paso: aprendí a clamar, y se cumplió en mí lo que dice el bellísimo Salmo 33: "Este pobre clamó a Dios, y Dios lo libró de sus angustias". Es posible que la única solución que le quede a una persona sea un milagro, pero el Dios a quien rezamos es el que obra milagros. Clame usted amigo al Espíritu Santo, que a El nada le cuesta ayudarle. Recuerde lo que dice San Pablo: "Dios tiene poder para darnos muchísimo más de lo que nos atrevemos a pedir o a desear (Efesios 3). Amigo: no trate de vencer solo a Satanás y al mundo y a la carne, porque ellos son-más fuertes que usted. No tiene por qué dedicarse a librar solo sus batallas, dejando al Divino Espíritu como simple espectador. Si el Espíritu santo viene en nuestra ayuda puede ser que nos deje perder batallas, pero jamás perderemos la guerra. Satanás nunca logrará luchar victoriosamente contra el enorme poder de Dios. (P. Jesugel).

ORACIÓN FINAL

Ven, Espíritu Divino, manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre, don, en tus dones espléndido;
luz que iluminas las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso en nuestros esfuerzos,
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas, y reconforta en los duelos.
Llega hasta el fondo del alma divina Luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del alma si tú le faltas por dentro.
Mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía sana el corazón enfermo,
lava las manchas. Infunde calor, de vida en mi hielo.
Doma al Espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su éxito.
Salva al que gusta salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.

Según la intención del Sumo Pontífice: Padrenuestro. Avemaria y Gloria.

Por la conversión de los pecadores: Dios te salve Reina y Madre.

Oh Espíritu Santo: Amor del Padre y del Hijo:
Inspíranos siempre lo que debemos hacer y lo que debamos evitar.
Lo que debemos decir y lo que debemos pensar,
para procurar tu gloria y el bien de las almas. Amén

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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