mira como hoy la humanidad entera clama desde el abismo de su miseria a tu misericordia,
a tu compasión, oh Dios; clama con la poderosa voz de la miseria.
Dios bondadoso, no rechaces las plegarias de los exiliados de esta tierra.
Oh Señor, bondad inconcebible,
conoces nuestra miseria hasta el fondo
y sabes que no podríamos, con nuestras solas fuerzas, elevarnos hasta ti.
Por eso te suplicamos,
adelántate con tu gracia y sin cesar aumenta en nosotros tu misericordia,
a fin de que cumplamos fielmente tu santa voluntad durante toda la vida,
como también en la hora de nuestra muerte.
Que el poder infinito de tu misericordia
nos proteja de las asechanzas del enemigo de nuestra salvación,
para que esperemos confiadamente, como a hijos tuyos,
tu última venida, cuyo día sólo tú conoces.
Y nosotros, a pesar de nuestra miseria,
esperamos recibir todo lo que nos prometió Jesús
porque él es nuestra esperanza;
pasamos por su corazón misericordioso como por las puertas abiertas del cielo.
Santa Faustina Kowalska (1905-1938), religiosa Pequeño diario, § 1570
No hay comentarios:
Publicar un comentario