Al inaugurar la Iglesia de Turín, Don Bosco colocó un gran cuadro de María Auxiliadora en el Altar Mayor.
El Santo dio instrucciones al pintor Lorenzone acerca de cómo quería el cuadro. El mismo pintor confesó que al diseñar el rostro de la Virgen, una mano invisible le guiaba los pinceles.
María Auxiliadora aparece en el cuadro bañada en un mar de luz que procede del Padre y del Espíritu Santo. Cabezas de ángeles rodean la parte superior de la Virgen que aparece con el cetro en la mano derecha, mientras en la izquierda sostiene al Niño Jesús, sonriente y con los brazos extendidos.
En un plano inferior y rodeando a la Virgen se encuentran los Apóstoles y Evangelistas, destacando en medio san Pedro y san Pablo. Todos contemplan a la que es Reina de los Apóstoles, Auxiliadora y Madre de la Iglesia. Debajo aparece a lo lejos la ciudad de Turín, el Oratorio y el Santuario, la ciudad y el templo de Superga.
La Imagen, fue coronada por decreto del Papa león XIII el 17 de mayo de 1903. Esta imagen u otras inspiradas en ella se encuentra difundida y venerada en iglesias, capillas y hogares cristianos. Antiguos alumnos salesianos y jóvenes llevan la estampa en la cartera o la medalla al cuello o en el bolso.
Una tradición salesiana que se remonta a Don Bosco, es la amplia distribución de estampas, medallas y cuadros de María Auxiliadora. Don Bosco, sabía que lo espiritual es favorecido por lo sensible. Todos esos medios son signos de fe, de confianza, son ayuda para recordar la presencia de Dios entre nosotros reflejada en María, cuyo amor materno y auxilio ha experimentado constantemente.
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